
(versión completa de un anuncio en airbnb)
Por fin, tras años de batallar para ahuyentar a todos los aldeanos, tengo casi toda la poquísima agua que me queda para mí, y ahora puedo ofrecer alojamiento a los turistas, que se sabe que consumen tres veces más agua que la gente normal.
Para abastecerme y tener un mínimo de independencia hídrica, también he construido ilegalmente una horrible cisterna metálica (que el Seprona me obligará a retirar) y he fijado permanentemente la tubería de agua que sirve para llenarla, a la fuente pública, otro delito, para ofrecerte a ti una ducha extra y a mí una fuente de ingresos, porque si no, la vida es dura y para alguien como yo, que no sabe hacer nada, es difícil encontrar trabajo (suponiendo que quiera trabajar).
De hecho, hay muchas personas a las que he manipulado para que hagan todo el trabajo pesado en mi casa, mejor hacer trabajar a otros, ¿no? En los últimos años también he demolido y saqueado las últimas casas habitables de la aldea para dificultar aún más que quienes quisieran establecerse aquí pudieran hacerlo. Entre las personas a las que he rechazado, haciéndoles creer que les ayudaría, no sólo hay gente con ideas y planes, sino también madres con hijos y parejas.
Además de todo esto, hago pasar esta idea mía por un proyecto ecológico y sostenible (sin tener ni idea de lo que son estas cosas). En realidad, lo único que me importa soy yo, no la sostenibilidad ni la ecología…
El pueblo abandonado también ofrece muchas vistas pintorescas de ruinas, basura y desolación. Paseando por el pueblo puedes ver signos de una comunidad que ya no existe, los restos de los sueños de las personas verdaderamente necesitadas que intentaron establecerse aquí, pero a las que yo conseguí echar con orgullo.
Cuando, por desgracia, muere uno de los habitantes, una sonrisa se imprime en mis labios durante días enteros. (RIP, Lollo…)
La carretera para llegar es bastante mala, y cuando vienen a arreglarla, les digo a los obreros que lleguen sólo hasta mi casa, el resto no cuenta.
Muchas garrapatas y moscas, te lo advierto.
Puedo entretenerte durante horas con cuentos absurdos y manipulando tu opinión para que me recuerdes y me celebres en tus oraciones. De hecho, mi forma de ser me obliga a intentar ser siempre el centro de atención, aunque no sepa nada ni tenga ningún conocimiento técnico, aparte de hablar en círculos y decir que los demás son los malos. Mi forma de hacer las cosas afecta a todos los que me rodean, ahora muy pocos, y también pongo en peligro a las personas que desgraciadamente dependen de mí…
Última curiosidad: ¿Te puedes creer que he conseguido subvenciones para plantar árboles a pesar de saber (tal vez) que los 8 litros de agua por hora que sacas de la fuente nunca jamás serán suficientes, aunque dejes a los demás habitantes completamente secos?
Así que ven y déjame tu dinero, ¡me lo merezco!

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