Hace años, tras una cuidadosa investigación, decidí instalarme en San Vicente de Munilla. Me fascinaba la idea de crear algo duradero en un lugar tan rico en potencial. En aquella época, el problema del agua, aunque presente, no era tan grave como ahora. Sin embargo, ya en Logroño me habían advertido sobre una figura local, cierto «artista», y que era difícil vivir allí debido a su comportamiento.
Los artistas, dicen, son gente creativa y tolerante, pensé. En parte es cierto, pero en este caso hay que hacer una excepción. Los lugareños lo sabían pero no se pronunciaron mucho… Pronto me di cuenta por mí mismao de cuáles eran sus verdaderas intenciones. Los retorcidos y torpes intentos de disuadirme de trasladarme a San Vicente se hicieron cada vez más frecuentes. Estaba claro que quería asustarme y hacerme desistir de mi proyecto, que no era muy compatible con el suyo. Desde el principio me mantuve firme en mis convicciones y le dije claramente mi intención de instalarme allí.
Su reacción fue poco sorprendente. En lugar de admitir abiertamente su hostilidad, me saludó con falsa cordialidad, asegurándome que era bienvenido (el mismo guión para muchas otras personas). Podría haberse ahorrado la farsa y haberme dicho claramente que no había lugar para mí. Pero su hipocresía confirmó las sospechas que tenía desde el principio. Quizá todavía no se haya dado cuenta después de tanto tiempo, pero creo que éste fue el mayor error de su vida. No se engaña a la gente honesta….
Desde entonces, he sido testigo de una serie de acontecimientos que confirmaron mi desconfianza inicial. En otro artículo veremos con detalle los actos infames de los que son capaces ciertas personas.
San Vicente de Munilla es un lugar que tiene mucho que ofrecer, pero que desgraciadamente se ha visto marcado por estas dinámicas tan negativas. Hablaré más sobre esto y, mientras tanto, que sepas que aún hay casas vacías esperando a ser habitadas por buenas personas con buenas intenciones.
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